La bioeconomía está dejando de ser un concepto emergente para convertirse en un motor clave de desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe (ALC). En la reciente COP30, celebrada en Belém, Brasil, este tema ocupó un lugar central en las discusiones sobre adaptación y resiliencia climática. BID Lab participó activamente en el evento, desde una sesión previa en São Paulo con 25 gestores de fondos e inversores para abordar la adaptación climática, hasta actividades en la Zona Azul del foro, el pabellón del Grupo BID en la Zona Verde, el Museo Goeldi y el Parque de Bioeconomía.
En el marco del foro, presentamos el reporte Climate Technology in Latin America and the Caribbean (disponible solo en inglés) elaborado junto a HolonIQ en el que se revelan algunas de las cifras y números que posicionan a ALC como una potencia verde, dada la biodiversidad de la Amazonía (que es la mayor del mundo) así como sus recursos hídricos y de energía renovable. Desde 2010, más de 1.200 startups de tecnología climática en la región han asegurado más de US$3 mil millones en venture capital, siendo el año 2022 donde se alcanzó un punto máximo con US$875 millones. Brasil lidera la región con 500 startups de tecnología climática, seguido por México con 180 y Chile con 157.
Producir sin destruir
El desafío de escalar la inversión en soluciones basadas en la naturaleza está atravesado por una encrucijada crítica, ya que el modelo predominante de agricultura intensiva depende en gran medida de productos químicos y transgénicos, que generan y heredan problemas sistemáticos.
Por ejemplo, la tala de bosques y el monocultivo han roto el equilibrio natural entre plagas y depredadores, el uso de fertilizantes derivados del petróleo degrada el suelo a largo plazo, y cada vez más las tierras deben exponerse y resistir eventos extremos como sequías.
Además, existen barreras financieras y regulatorias para las empresas que buscan innovar en el sector, ya que se requiere “capital paciente” que pueda soportar largos periodos de investigación (I+D), pero además hacer cara a procesos regulatorios complejos.
Todo lo anterior afecta especialmente a pequeños productores, dada la asimetría de información y la falta de acceso a tecnología y créditos, haciéndolos vulnerables frente al sistema de cadenas de suministro diseñado para beneficiar a actores más grandes.
Bioinsumos y el poder de la biodiversidad local
La bioeconomía está basada en la producción y el uso de recursos biológicos renovables como plantas, animales, microbios y residuos orgánicos para transformarlos en productos de valor, alimentos, energía y servicios, valiéndose de “biomasas” como cultivos, madera, algas.
Es mediante la bioprospección y el desarrollo de bioinsumos que en ALC se están sustituyendo siglos de química fina por tecnologías basadas en la naturaleza: hongos, bacterias, virus y macroorganismos.
Trípode de la innovación
Para que este tipo de soluciones lleguen al mercado, el fondo SP Ventures, del que BID Lab es inversionista, ha consolidado un modelo exitoso apoyado en un trípode fundamental: academia, emprendedores y venture capital para ayudar a escalar la producción industrial de tecnologías nacidas en la universidad.
En una conversación con Francisco Jardim, General Partner de SP Ventures, te compartimos algunas de las soluciones promovidas desde la cartera, que están liderando, innovando y generando innovaciones de impacto en toda la región:
1. Promip: Sustituyendo químicos con insecticidas naturales
Nacida en la Universidad de São Paulo (ESALQ) y en asociación con Embrapa, Promip desarrolló tecnologías macrobiológicas y microbiológicas para el control de plagas. Lograron reducir los tiempos de investigación y hoy facturan más de 30 millones de reales, creciendo al 50% anual, demostrando que el control biológico es escalable y rentable.
2. Gênica: Resiliencia climática a gran escala
También surgida de la academia, Gênica se ha convertido en un gigante que facturará más de 200 millones de reales en 2025. Su innovación clave incluye productos como "Rally", un protocolo de bacterias diseñado para aumentar la resiliencia de las plantas ante el estrés hídrico y el calor. Este año, su tecnología ya ha tratado más de 1.5 millones de hectáreas, protegiendo los cultivos de los efectos del cambio climático.
3. Puna Bio: Extremófilos para el mundo
Desde Argentina, Puna Bio utiliza microorganismos "extremófilos" hallados en el desierto de la Puna, una de las áreas más vanguardistas de la bioeconomía actual. Su potencial es tal que ha atraído inversión de la Fundación Bill y Melinda Gates para llevar esta tecnología a África, buscando resolver problemas de fertilidad de suelos en ese continente utilizando la ciencia desarrollada en América Latina.
“Es precisamente porque estamos utilizando y transformando la biodiversidad local en tecnología de punta que vemos a las startups teniendo más capacidad y protagonismo. Pero necesitamos el venture capital para poder trazar una ruta emprendedora que involucre a laboratorios, centros de investigación, e incluso profesores y alumnos para llevar esa riqueza de la academia a la sociedad y potenciar la bioeconomía.” Francisco Jardim, General Partner de SP Ventures.
Un horizonte verde
La bioeconomía en la región ha dejado de ser un nicho para convertirse en un mercado vibrante y de rápido crecimiento. Según un estudio de CPI, solo en Brasil, el financiamiento promedio de este sector alcanzó US$ 3.213 millones entre 2021 y 2023.
Por otro lado, también en Brasil, el 93,1% de la generación de energía en 2023 provino de fuentes renovables y se espera que la transición verde genere hasta 15 millones de empleos netos en la región para 2030. Ahora más que nunca ALC tiene la ciencia y el talento emprendedor para incorporarse al mercado alimentario global de una manera sostenible y regenerativa. Para lograrlo, se requerirá financiamiento combinado, cooperación técnica y servicios de asesoría que aceleren la innovación y garanticen su impacto.